Al presentar años atrás su biografía monumental sobre el Caudillo, Luis Suárez aseguraba que la intención a la hora de verter los datos había sido «evitar falsificaciones». Hoy, ante la reseña que firma en el Diccionario Biográfico -rescatada directamente de aquel libro-, mantiene ese leit motiv y se enfrenta sin tapujos a quienes aseguran que del encuentro entre la historia y el historiador Franco ha salido claramente mejorado. Su defensa: «Solo le debo explicaciones a la verdad».
-¿Se esperaba estas reacciones a su texto sobre Franco?
-Ni las esperaba ni las entiendo. Es lo más artificial que he visto en mi vida. Comprendo que haya personas a las que no les guste tu trabajo, pero no he ofendido a nadie y solo he procurado ser objetivo con los hechos.
-Pero un hecho es que usted es un reputado medievalista ¿por qué firma entradas en el Diccionario como la de Franco o Balaguer?
-He participado aportando muchas biografías. Tantas que ni recuerdo; por ejemplo, las de los Reyes Católicos. En el caso de Franco se me pidió que resumiera mi biografía que entonces acababa de publicar. Pero el problema no es ese. A nadie le preocupa lo que yo digo de estos personajes. Lo que hay es una intención directa de combatir el Diccionario en sí. Yo soy el pretexto de una polémica que dice, en el fondo, que España no está de moda.
-Hubiera bastado con decir que el Caudillo fue un dictador.
-No llamo a Franco dictador porque no lo fue. Un dictador es un alto funcionario que se hace cargo de todas las funciones durante un tiempo determinado para restablecer el orden. El historiador tiene que ser muy preciso a la hora de utilizar los términos.
-¿Al final es solo una guerra de términos?
-Claro. La gente no entiende bien lo que significa cada uno. Totalitario, que es lo que dicen que fue el régimen de Franco y no fue, es un sistema político que somete el Estado al partido, y autoritario, que es lo que yo defiendo, significa lo contrario. Es un sistema que somete el partido al Estado.
-Al margen de significados y significantes, se le está acusando de poner más cariño que objetividad en sus biografías.
-Eso suele ocurrir cuando se cuentan las cosas como fueron. Siempre hay alguien interesado en verlo de otra manera. Pero yo no tengo que dar explicaciones a nadie sobre mis afinidades. No tengo que defenderme. No es así.
-¿Qué dicen los demás académicos de todo este lío?
-No he querido hablar con nadie, pero se que están muy disgustados. Este es un trabajo impresionante de años y años que se quiere tirar por tierra.
-¿Qué piensa de la petición del ministerio de Educación para que rectifiquen?
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